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La danza como proyecto – educación y danza en la escuela primaria.

Este es un artículo sobre danza y educación en el contexto escolar, que escribí para la revista Quehacer Educativo, y que se publicó en su versión impresa en el número de febrero del 2018.


Hablar de danza es de algún modo hablar de los cuerpos que son y hacen danza. Y, hablar de esos cuerpos es de algún modo hablar de los mundos que dichos cuerpos habitan[1]

La danza es el lenguaje expresivo del cuerpo y es a través de la educación de esta disciplina que podemos trabajar para habilitar las subjetividades, que se configuran y se construyen a partir del cuerpo en relación con el mundo que nos rodea. 

Educar en danza puede plantearse desde una postura de entrenar el cuerpo y aprender habilidades técnicas específicas a modo de secuencias de movimientos bellos (Lepecky 2008), o puede ser mucho más que eso.

Educar en danza puede ser la posibilidad  de habilitar espacios para conocer el cuerpo propio, sus mecanismos, sus formas de relacionarse con el entorno y con los otros. Puede ser una forma de poner en juego nuestro ser físico, emotivo y racional en torno a una experiencia artística.

 Inés Sanguinetti[2] realiza un paralelismo entre el comportamiento de los cuerpos en la escuela y en el trabajo de la fábrica, como claro ejemplo de la construcción social que se hace del cuerpo desde la etapa escolar.
Al respecto dice: “uno podría decir que la escuela tradicional no se ocupa del cuerpo; pero no, la escuela tradicional se ha ocupado maravillosamente del cuerpo, lo ha adoctrinarlo, educado, parametrizado, disciplinado, aterrado, inmovilizado. Y esto sucede igual en los 5 continentes….” (Sanguinetti, 2015) 

El planteo de Sanguinetti permite reflexionar sobre cómo la educación del cuerpo, existe en la escuela desde siempre. Y es a través de las conductas que educamos en la propia escuela, que estamos de algún modo generando conocimiento sobre el cuerpo.

Según la coreógrafa, en la escuela los cuerpos son entrenados para funcionar en un mundo específico con actividades específicas, con tiempos y espacios pre-establecidos. De modo que la educación del cuerpo está presente en la escuela, no solo en las disciplinas que tienen que ver con lo corporal, sino en todas.

 Es a través de nuestros cuerpos que nos vinculamos con todo lo que está a nuestro alrededor (con el mundo y con la sociedad) y, es a través de dichos vínculos que construimos y moldeamos nuestra conducta.

Pensar y trabajar sobre esto nos brinda la posibilidad de modificar conductas, pero lo más importante es que podemos abordar la educación del cuerpo desde esta consciencia sobre el poder y la potencialidad de la educación artística en danza.

 Dos fragmentos del texto “El cuerpo utópico” de Michel Foucault nos permiten profundizar en esta reflexión:

 “Desde que abro los ojos, me es imposible escapar a ese lugar que dulce, ansiosamente, Proust habita en cada despertar. Y no es porque a causa de él me encuentre anclado en donde estoy, pues, después de todo, no sólo puedo moverme y removerme, sino que también puedo removerlo a él, moverlo, cambiarlo de lugar. Pero he aquí que no puedo desplazarme sin él; no puedo dejarlo allí donde está para yo irme por otro lado. Puedo ir al fin del mundo, puedo esconderme por la mañana bajo las cobijas, hacerme tan pequeño como me sea posible, puedo dejarme derretir bajo el sol en la playa: él siempre estará allí donde yo estoy; siempre está irremediablemente aquí, jamás en otro lado.” (Foucault. 2008: 9)

 Y más adelante dice…

 “Mi cuerpo, de hecho, está siempre en otra parte, vinculado con todos los allá que hay en el mundo; y, a decir verdad, está en otro lugar que no es precisamente el mundo, pues es alrededor de él que están dispuestas las cosas; es en relación a él, como si se tratara de un soberano, que hay un arriba, un abajo, una derecha, una izquierda, un delante, un detrás, un cerca y un lejos: el cuerpo es el punto cero del mundo, allí donde los caminos y los espacios se encuentran. El cuerpo no está en ninguna parte: está en el corazón del mundo, en ese pequeño núcleo utópico a partir del cual sueño, hablo, avanzo, percibo las cosas en su lugar, y también las niego en virtud del poder indefinido de las utopías que imagino. Mi cuerpo es como la Ciudad del Sol: no tiene lugar, pero a partir de él surgen e irradian todos los lugares posibles, reales o utópicos.” (Foucault. 2008: 13)

 Al leer El cuerpo utópico de Foucault,  es imposible no pensar en los cuerpos de la danza y en el potencial de la danza para desarrollar la subjetividad de cada cuerpo; en lugar de educar cuerpos estandarizados.  

Es a partir de nuestro cuerpo y de sus aprendizajes, que podemos pensar y construir otros mundos posibles.

 La reflexión sobre la educación del cuerpo en la escuela, amerita un abordaje mucho más extenso del que aquí hacemos. Sin embargo, nos interesa exponer estas cuestiones, porque entendemos enmarcan y habilitan a pensar con otras potencias sobre nuestras prácticas de enseñanza dancísticas dentro del contexto escolar.

Es en ese sentido, que este artículo intenta aportar a esa reflexión, al mismo tiempo que esbozar algunas ideas o estrategias que nos permitan (junto a otras) seguir construyendo el camino.

 Gabriela Augustowsky en su libro “El arte en la enseñanza”, nos cuenta sobre varios proyectos de arte realizados en contextos escolares, en donde los principales protagonistas son los niños.

Su propuesta nos interesa especialmente, porque el trabajo por proyecto pone a los niños como los principales actores y hacedores del hecho artístico. Son ellos los que llevan adelante un proceso creativo en relación a sus intereses; y ahí aparece la subjetividad, y aparece el aprendizaje como un proceso vinculado al individuo y no como una acumulación de saberes sobre la disciplina.

 “Los proyectos – proceso son instrumentos para ayudar a los alumnos  a aprender y experimentar en el arte, en estos tanto estudiantes como los profesores asumen un papel activo, no son consumidores de datos ni teorías y se espera de los participantes que den respuestas imaginativas, divergentes y que pongan en juego sus significados personales (Agra 2003).” (Augustowsky 2012:70)

 Entendido así, el proyecto nos habilita a trabajar con los niños para desarrollar sus potencialidades, abordar la experiencia artística desde la práctica;  y desde allí generar conocimiento. Proponer al grupo como protagonista nos permite contextualizar y trabajar con sus intereses, especifidades, complejidades, diversidades y experiencias previas. (Augustowsky; 2012) Además, desde el rol docente nos da la posibilidad de reconocer esos saberes, antes de empezar a proponer nuevas informaciones sobre el cuerpo.

 La propuesta es entonces, pensar el proyecto de danza en la escuela, como un lugar para la experimentación y enriquecimiento  de las potencialidades corporales individuales. Aprendizajes que suceden a nivel personal, pero que surgen fundamentalmente del trabajo grupal.

 ¿Qué entendemos por proyecto de danza?

 El proyecto puede formularse a partir de la preparación de una pequeña pieza para la fiesta de fin de cursos o de investigar un coreógrafo o una época de la historia del arte vinculada a la danza, puede ser un proyecto de investigación que surja como interés en torno a una salida didáctica de danza o artes escénicas; puede ser una forma de abordar un contenido o a partir de un recurso con el que cuenta el centro educativo; etc. El proyecto puede ser tan diverso como se quiera, lo importante es que el eje de trabajo se centre en la experimentación con el cuerpo, y a partir de allí se configure el desarrollo del mismo.

 ¿Qué elementos se ponen en juego en el trabajo de la danza desde esta perspectiva? Qué hacer y cómo abordar el trabajo del cuerpo?

 Independientemente del tipo de proyecto, hay algunas cuestiones que  desde el rol docente podemos tener presentes para guiar el trabajo corporal.

La improvisación es una herramienta muy poderosa generar instancias donde lo principal es habilitar la experimentación; y, es también una forma de acercarse a lo coreográfico. La propuesta es no imponer una danza, sino crearla con los niños.

Serán ellos y sus formas de aproximarse a la propuesta los que van a  configurar el material que se produzca; ya que es en el accionar de sus cuerpos que se materializa el proyecto de danza.

 El trabajo desde la improvisación nos permite abordar cuestiones como:

La comunicación no verbal. El manejo de la energía, el manejo colectivo del espacio. Poner en juego las construcciones corporales personales. Desarrollar estímulos para el movimiento y la creación. La percepción y la escucha corporal. Las relaciones del cuerpo consigo mismo, con el espacio, con el tiempo y con los otros. Y desarrollar el lenguaje físico.

 En la guía de los procesos con alumnos es muy importante estar atento a estas cosas y a cómo cada uno logra asimilarlas, e introducirlas como un saber de su corporeidad.

 Durante todo el proceso cómo plantear las consignas es muy importante, ya que el buen desarrollo del proyecto depende en gran medida de ello; cómo planteo las consignas disparadoras y cómo las articulo con lo que se va gestando.

En la investigación de lo físico es importante dar consignas claras y que en cierto modo “limiten” las acciones.  Por ejemplo: la idea de moverse libremente es mucho más compleja de lo que parece, y aunque en apariencia es abierta y habilita a que todo suceda, es muy complejo trabajar sobre ello porque es una consigna muy imprecisa. Es mucho más rico usar las consignas para poner al cuerpo en situaciones (como un juego) donde doy algunas pautas dentro de las que puedo accionar. En ese sentido a veces poner un “limite” para abordar la improvisación, es de alguna forma liberador para el que improvisa; porque le da un marco de acción sobre lo que trabajar.

 “El arte de dar consignas tiene que ver con encontrar qué decir para que el otro se ponga en acción en el sentido más amplio. Tiene que ver con proponer en forma precisa para ir abriendo el camino al otro en el despliegue de su improvisación, para luego volver a captar y ahondar en lo que va sucediendo. Es un puente entre el docente y el alumno, el director y el bailarín, entre este tejido verbal y un lenguaje de movimiento que lo excede.” (Gubbay y Kalmer 2017:36)

 En el trabajo por proyectos donde le vamos a pedir al alumno (niño u adolescente)  que trabaje con su subjetividad, y donde necesariamente va a ser un lugar de exposición de lo que cada uno piensa y siente; debemos preparar el terreno e ir construyendo un andamiaje que invite a la experimentación sin prejuicios o pre-suposiciones de lo que debe ser.  

Es importante construir lazos de confianza y trabajar con un grupo desde el comienzo para para que cada uno vaya encontrando su lugar.

 El camino de la improvisación no es sencillo: siempre tendemos a reproducir cosas que tenemos aprendidas, integradas y naturalizadas. Pero, es a partir de prácticas reflexivas que de a poco podremos construir el camino, descubriendo las posibilidades que nos brinda esta herramienta para el trabajo corporal; tanto a nivel individual como colectivo.

Los  aprendizajes vinculados al cuerpo en movimiento no solo tienen que  ver con el arte, o con la disciplina específica de la danza, sino en la construcción de nuestro ser social.

Bibliografía.

•              Augustowsky, G. (2012). El arte de la enseñanza. Paidós. Buenos Aires.

•              Diaz, V. (2017) Reflexiones sobre la corporeidad en la obra de danza contemporánea: El pasaje por la UNA y el re-encuentro con la danza en Uruguay. Tesis de Grado. Universidad Nacional del Arte – Buenos Argentina. 

•              Foucault, M. (2008)  Topologías. Fractal n° 48. Volumen XII. Año XII.

•              Gubbay, M.; Kalmar, D. (2017). El movimiento en la educación. Ediciones Novedades Educativas. Buenos Aires. 

•              Lepecki,  André. (2008). Agotar la danza. Performance y política del movimiento. Centro Coreográfico Galego, Mercat de les Flors, Universidad de Alacalá. España.

•              Sanguinetti, I (2015). Pedagogías Corporales: no pensamos con la cabeza pensamos con el cuerpo. Madrid: Espacio Fundación Telefónica.
Disponible en: https://youtu.be/O4MytR1qnio

 

[1] Este tema lo desarrollo con más profundidad en mi trabajo de  tesina de final de carrera de la Licenciatura en Composición Coreográfica de la UNA. Buenos Aires 2017 – Ver bibliografía.

[2] En una conferencia que brinda en 2015 para la Fundación Telefónica en España Sanguinetti realiza el visionado de varios videos, a través de los cuáles  esboza una historia de la educación del cuerpo en la escuela. En el momento particular de la conferencia que mencionamos, la coreógrafa contrapone  un fragmento de la película Tiempos Modernos de Charles Chaplin con el formato de educación tradicional, donde el cuerpo es entrenado para realizar tareas en tiempos específicos. https://youtu.be/O4MytR1qnio